Podemos hacer un huequito en casa para uno de ellos, adoptar, acoger, o aunque sea colaborar con los gastos de salida de la perrera, veterinarios y transporte. También difundir las historias de estos pobres infelices abandonados, y sobre todo concienciar a los demás de que es una gran injusticia y problema social que debemos solucionar.
Recompensa con creces devolverle la alegría a nuestros compañeros, y librarlos de tanto sufrimiento. Lo importante es que, con muy poquito, podemos verlos felices de nuevo.
AQUI ESTÁN ALGUNOS DE LOS FINALES FELICES DE NUESTROS PELUDOS:
Coco, este guapo pastor de aguas, vive ahora en Elche, Alicante. Su familia lo adora porque es muyyy cariñoso, y él está feliz de la vida. 
Bebo estaba muy asustado en la perrera, pero ahora ya no tiene miedo porque se siente libre y respetado. Le encanta que lo achuchen y se lo pasa bomba en los parques y jardines. 
Bimbo es un perro de caza que parece que había sido maltratado. Por fin sabe lo que es disfrutar del cariño de un compañero humano. ¡Mirad qué cara...! 
Kiowa fue adoptada por una familia alemana. Ahora disfruta de la naturaleza y el aire libre, por fin se acabó su pesadilla entre rejas. Está que ni se lo cree. 
Bono ha tenido una suerte increíble. Aquí le vemos junto a unas amigas nuevas disfrutando del fresquito de la piscina y los juegos. 
Lady era aún una cachorra y estaba también encerrada en una jaula. Gracias a sus adoptantes puede gastar toda esa energía trotando y jugando como una loca en los parques y la playa. 
La pequeña Perla tuvo la gran suerte de pasar solo 4 días en la perrera, gracias a que sus adoptantes se decidieron a adoptarla rápidamente. Se habían quedado prendados de ella.
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